Se dice que comprar es un placer. El cerebro produce reacciones derivadas de las horas invertidas en explorar las opciones posibles según las marcas, rebajas, beneficios, novedad, etc.
Existe un evidente encanto en comprar y desde hace mucho se ha considerado que un mercado rentable es el de las mujeres: zapatos, cosméticos, ropa, accesorios, cremas para las arrugas… pero ¿en qué momento los electrónicos comenzaron a formar parte esos oscuros placeres de compra, que incluso pueden ser comparables con ese sentimiento de adrenalina y emoción que sienten sus novios, esposos o amigos al comprar un PlayStation 4?
Existe un nuevo concepto: consumo emocional de nuevas tecnologías y está directamente relacionado con el control e integración social. (Belli y Gil-Juárez, 2011) ¿Cómo podrían interactuar las mujeres con sus amigas en este vertiginoso mundo tecnológico sin evadir conversaciones en las que presumen la compra de nueva aplicación, un plan de datos, los beneficios de tener una tableta, entre otros?
La tecnología, como concepto, ha estado presente desde hace muchos años. Sin embargo, la parte activa de la compra de dispositivos de nuevas tecnologías, y lo asociado a ellas, es relativamente nuevo, y esas compras tienen que sentirse “bien”.
Una compra tecnológica se convirtió en una forma de definir nuestra identidad. Por ejemplo, una mujer reafirma su color favorito al comprar un teléfono y “vestirlo” con una linda carcaza azul. Personalizan sus dispositivos con imágenes y fotografías creadas o tomadas por ellas mismas y el estilo personal se traspasa a todo aquello adquirido, es un reflejo de aquello que se es o que se desea ser.
El consumo emocional de nuevas tecnologías enmarca una compra por significado más no por necesidad. El fascinante consumo tecnológico materializa las variadas formas de ocio y estatus (Novell et al., 2007). Conseguir lo más novedoso gratifica en un sentido mayormente emocional, al menos yo como mujer me siento muy feliz cada vez que tengo en mis manos un nuevo artefacto para conocer, lo mismo sucede cuando escucho sobre una nueva aplicación de mi interés; entonces la descargo, la pruebo y me emociono. Lo adictivo es que siempre aparecen novedades, están por todos lados: tiendas, Internet, oficinas, etc.
Cada día es más común encontrar mujeres interesadas en temas y productos tecnológicos, algo que en generaciones pasadas se atribuía más a los hombres. Quizá la tecnología no se veía tan atractiva como lo es ahora. Los primeros teléfonos celulares eran artefactos enormes y carentes de diseño, pero hoy en día, además de cumplir la función primordial de comunicar, los teléfonos celulares son “bonitos”.
Conclusión:
1. La compra de tecnología se convirtió en una forma de expresar nuestra personalidad.
2. El concepto de consumo emocional de nuevas tecnologías enfatiza en las compras por significado y no por necesidad.
3. Cada día más mujeres encuentran satisfactorio invertir horas en buscar dispositivos y aplicaciones tecnológicas.
Referencias
Belli, S. y Gil-Juárez, A. (2011): “Consumiendo emociones tecnológicas: la performance del “orgasmo” tecnológico”, Sociología y tecnociencia, Nº 1, Vol. 2, pp. 33-54.
Novell, M.,Horts,S.,Gil-Juárez, A.,Seguí,J.. (2007). Emociones Tecnológicas Dinámicas de Consumo Afectivo de las Tecnologías de Relación. 17 junio 2014, de Teknokultura-Revista On Line Sitio web: http://teknokultura.uprrp.edu/pdf/novell.pdf
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